sábado, 26 de marzo de 2011

Traición

Una vez ya no sientes ni dolor ni angustia; una vez no sientes ni amor ni pasión, te das cuenta de que en la vida solo valen dos cosas. Mentir y llorar.
Una vez que te mienten, perdonas. Dos veces, lloras, tres, mueres. Sientes un resquemor en todo tu cuerpo. Tu piel se hace insensible al tacto. Tus labios, ya no son de seda. Una vez caes en las garras de un idiota que no te aprecia, más le aprecias tu a él. Una vez lloras, no paras.
Dejame sentirte, déjame besarte, déjame odiarte y decirte que jamás querré volver a verte. Déjame mentirte.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Mentir, dañar, odiar, amar.

Mientes, continuas mintiendo. De esos labios, cuyo delicioso sabor he catado, solo han emanado burdas mentiras que han querido romperme el corzaón en más de mil pequeños e insignificantes pedacitos. Odio oirte decir te quiero como si fueran dos únicas palabras que no tienen valor alguno. Quizá para ti no, pero para muchas más personas si. No eres aquí el martir, el que nadie comprende, el que nadie quiere ni llora por el, eres, simplemente, una persona castigada por el mal uso de lo que nosotros llamamos amor.

Esa sensación, cosa, especie de dolor que se mete en tu cabeza, sangre...etc que te hace sentir tanto eufórico, como nada. Es un sentido, una reacción al ver ese algo que nos agrada. Amor, es una palabra...no, es quizás una connotación más de una palabra derivada de nuestro antiquísimo lenguaje...tampoco, es simplemente una forma de llamar al atontamiento que se sufre cuando, esa persona, hombre, mujer, casa...no, espera, casa es una cosa... bueno, sin medias cintas, quizás sea eso.

Pero aunque esa palabra ocupe una gran parte de nuestras estúpidas vidas, es su riqueza y su magia la que hace que nosotros, ilusos, caigamos en las redes. El amor puede, perfectamente, ser una especie de araña. Ésta, crea poco a poco unos hilos muy finos, a veces resistentes, otras, no tanto, que hacen que te adhieras a esta red. Una red llena de obstáculos, dificultades, que tu cabeza ha de resolver, como si de un problema de matemáticas o una declinación se tratara. Tu corazón guiará a tu cuerpo a un error, que principalmente, verás como la única posibilidad a resolver el problema. Pero la verdadera razó la tendrá, como no, ese maravilloso motor que se halla en la cabeza.

Aun así, te guies de lo que te guies, serás perfectamente errado. Será por tanto qué el amor conduce al fracaso. Nunca se lo digas a nadie. El amor es únicamente el mejor error que se ha creado por el más bobo de los animales: el hombre. Esa especie única, que puede dañar física, psíquica y verbalmente. Esa única especie de rechazar a hermanos, vecinos, etnias enteras; esa especie capaz de odiar hasta que la muerte se lo lleve por delante. Ese único ser capaz de maltratar al mundo que le vio nacer.

domingo, 20 de marzo de 2011

Querido diario...confesiones de un idiota

Creo que eres de las pocas personas, a las que le dedicaría un sincero te amo. Quizás por tu forma de ser, de tratarme como si fuera especial. Quizás por tu simple semblante, quizás por tus miradas, por tu ser. Pero me hallo aquí, mudo, sin decirte nada. Veo que te escapas de mis manos y eso hace que me estremezca, que un profundo dolor me recorra la espalda y entero el pecho. No puedo hacerme a la idea de que tus besos no serán catados por este tonto. Que tus caricias se las llevará el viento, que tus miradas serán devueltas por otros ojos. Te veo, tan real, y a su vez tan imposible.

¿Son acaso mis lágrimas, simples y vanas torpezas? Hasta yo mismo sabría responderme. Sí. ¿Soy tan idiota por creer que te podré tener, que podré mirarte y tenerte, que tu sonrisa sea solo mía? Otra vez. Sí. Aun así, esto siempre será la piedra con la que tropiece. Una piedra que cada vez que se encuentra en mi camino, me hace feliz, me hace ilusionarme, me hace temblar.

Pero ahora es hora de que leyendo tú esto, sientas lo mismo. Ahora sabrás esa impotencia que tu pensabas que era una tontería. Pero no, estas palabras son simples. Mi pulso tiembla, no sé por qué, pero aun así siento que hago bien expresando en este texto lo que te quiero…por así llamarlo. Para mí no eres uno más, eres tú.

viernes, 18 de marzo de 2011

Musa

Piensa en lo siguiente:
- Te hayas solo, en la más remota soledad.
- De repente sientes un ligero cosquilleo
- Esos dedos te recorren toda la espalda y los brazos
- De pronto, un cálido beso en el cuello.
- Ahora una sucesión de ellos que van subiendo.
- Sin verlo venir, se juntan esos labios misteriosos con los tuyos
- Te estremeces
- Sientes una felicidad inmensa
- Escuchas una música relajante, celestial, violines tocando con un ritmo de pizzicato.
- Sin más, todo se para. Se hace en silencio.
- Miras a tu alrededor, reconoces el espacio: la soledad
- Comienzas a sentirte agobiado
- Lloras
- Gritas
- Cierra los ojos, expresa lo que eres, grita.
- Siente la libertad. Ahora eres libre, baila sensualmente con el aire.
- Contonea tus curvas como si de poesía se tratase.
- Por fin, ya no es soledad, es felicidad.

lunes, 14 de marzo de 2011

Lejanía

Ya era tarde y sobre aquella plaza de pueblo, yacía una estupenda noche de verano. Nosotros estábamos tumbados mirando a la luna cómo menguaba. Contabas estrellas entre risas, y yo escuchaba el canto del rio y el correr de los ríos. Era una noche mágica. Una noche que se ilustra en los cuentos. Los niños corrían inocentes, las señoras hablaban del tiempo. El tiempo daba una tregua. Todos eran felices, pues aquel pueblecito no temía lo que podría pasar. Llegó él. Malvado en sí a la vez que delicioso. Quizás lo más odiado y a la vez lo más ansiado. Por quéno quizás lo más codiciado por todo aquel que se sienta humano.

El amor.

Éste hacía florecer lo más bello y lo más horrible de las personas. Hacía que el tiempo se parara o que la realidad fuera una mera y sencilla ecatombe. Todo podía ser o bueno o malo. No había término medio.
Una señora, ya mayor, nos avisó:
-¡Tened cuidado, nunca juguéis a quereros!
Que razón tuvo. Nos queríamos, si, pero no nos dábamos cuenta del daño que nos hacíamos. No queríamos vernos alejados, con otros, charlando con el agua ni tan siquiera. Los celos, gran acimpañante del amor, comenzaron a brotar. Todo aquello que nos parecia hermoso, genial. Empezó a ser una simplicidad, una mierda.
Comenzamos a no sentir nada, a marchitarnos interiormente, hasta quedarnos el uno y el otro adormilados hasta la hora de morir.